
Mientras tanto, aquí sigo, impaciente, preparando con ansias tu llegada. Puede que algún día esta maldita espera llegue a su fin, quizás una mañana suba al metro y tú estés ahí, y entonces esta pesadilla termine finalmente. O, por el contrario, quizás nunca llegues y me consuma como vela en esta eterna espera. Los días pasan y mis ilusiones se evaporan lentamente…, el fin está cerca y tú aún no llegaste. Te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, grito tu nombre y obtengo el eco por repuesta. ¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes? ¿Por qué deseas seguir torturándome?"
Estas fueron sus últimas palabras, malditas palabras que dejó recogidas en su pequeño diario, palabras con las que acabó su larga espera. Marchitó con la llegada del triste otoño, sin ilusiones, sin esperanzas. Y Él jamás llegó...
Alberto Hidalgo Hermoso
Fuente: Pisandofuerte
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